Escritos sobre música





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El mapa de los cazadores

~ domingo, octubre 28, 2007 ~

Me parece que esto ya es una sección propia de este blog: Descubrimientos de domingo con YouTube.

Esta vez debo el placer a Luisao, que aparte de hacer hacer versiones estremecedoras de canciones que ya me estremecían, como «Nómadas» o «Sólo pienso en ti», ha hecho esta:



Se llama «Hunter's Map» y es original de un tal Fionn Regan, que igual los 8 lectores de este blog ya conocéis de toda la vida, pero yo es la primera vez que oigo hablar de él. He estado investigando y he encontrado al autor cantando la canción en directo. Me ha emocionado menos que la de Luisao, pero es también, lógicamente, muy buena. Por lo visto su canción más famosa es «Be Good or Be Gone». El vídeo (lo ha puesto su discográfica y no deja incrustarlo en la página) es lo más original (y sencillo) que he visto en mucho tiempo. Eso sí, estropea la canción, pero como vídeo me gusta mucho.

Pero volvamos a Luisao... El que pueda escuchar esta versión de «Who knows where the time goes?» sin sentirse inundado de saudade, de la «felicidad de sentirse triste», que no me hable: Yo no quiero tratar con seres sin sentimientos.



Tampoco conocía a Sandy Denny, aunque la había escuchado (sin saber quién era) en «The Battle of Evermore» de los Zeppelin. También su orginal en maqueta, desnudo, ha llenado también mi casa de saudade este domingo de otoño.

(Gracias a la tecnología porque me hace más fácil hablar con Dios. Aunque no exista.)

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Por Guillermo Hoardings | Enlace permanente
7:29 p. m. | Comentarios (6)

Resucité de nuevo (oyendo «Modern Times»)

~ jueves, octubre 18, 2007 ~

Todo lo que voy a decir es mentira. O, al menos, no es exacto.

No hay mucha diferencia entre un poeta y un profeta. Por eso los mejores son los que han estado en ese sitio donde no hay diferencias entre el pasado, el presente y el futuro: la muerte. Así Bob. Su voz en «Modern Times» es la de un muerto, un Pedro Páramo resabiado, cantando desde su cripta a los vivos que traen flores a otros muertos. Como uno de esos que se suben a un cajón en Central Park, el p[r]o[f]eta lanza sus admoniciones a los que todavía respiramos, para decirnos que estos tiempos modernos están tan condenados al trueno como los antiguos y como los futuros. Y que desde más allá de la vida también se sigue echando de menos a una mujer.



Lo anterior lo escribí al mediodía en el autobús de vuelta de Oviedo, en un estado alterado por la única sustancia alucinógena de la propia música de Bob mezclada con la de Quique.



No sé por qué me parece tan bueno este «Modern Times». Todavía no he escuchado lo suficiente las letras, pero lo siento en la forma en la que Bob muerde las palabras, en los músicos que hacen música tradicional, pero viva, o eterna. No suelo escuchar lo moderno de Dylan: por muy bueno que sea, es difícil olvidar cómo aullaba «Don't follow leaders!». ¿Cómo quien ha hecho algo tan bueno, tan revolucionario, puede seguir haciendo cosas de aquel calibre? Ya no puede sorprender por mucho que quiera. Si este «Modern Times» lo hubiese publicado un debutante, asombraría, pero hecho por alguien que ha publicado «Blonde on Blonde»...

Y si lo he escuchado es por la frase de Quique que cito en el título, que está en el DVD que todavía no he podido ver (me falla el reproductor del ordenador), en una de las dos brutales canciones que no metió en el disco. ¿Cómo ha podido hacer algo tan bueno? Quique, digo.

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Por Guillermo Hoardings | Enlace permanente
11:17 p. m. | Comentarios (5)

No voy a ser breve

~ miércoles, octubre 03, 2007 ~

Y tampoco voy a hacer una crítica de "Avería y Redención #7".

Este texto es una continuación del de ayer. Sirva de contestación a los que habéis comentado.

Estoy pensando mucho sobre el último disco de Quique, aunque todavía no lo he escuchado entero. Técnicamente sí lo he escuchado: ha pasado por mis orejas, pero, excepto las seis canciones que escuché ayer por la noche, ha sido mientras iba en autobús o andaba por la calle, no con el silencio y la concentración necesarios para apreciar de verdad la música. Y así todo tengo mucho que decir.

En las críticas en el foro oficial de Quique he visto reflejados en lula y nando algunas de las cosas que me pasan a mí. Por ejemplo, me parece el disco más innovador de Quique. Una de las grandes virtudes del madrileño es variar bastante el sonido en los discos, en especial en "Kamikazes Enamorados", pero en esta ocasión va más allá del asunto de la producción o los arreglos: ha cambiado la forma de cantar. Tan pronto intenta registros más agudos de lo habitual como más graves. También ha evolucionado en los temas con piano con respecto a los de "Kamikazes", todos muy similares.

Creo que en las letras ha tenido algunos grandes aciertos. Ya cuando las leí en la web sentí que eran muy crudas. Frases como el comienzo de "Trabajan en escenas de acción" ("Sólo llamas para saber cómo estoy / y tal vez estaría mejor / si no lo preguntaras tantas veces) o "La casa está vacía" ("¿Qué hacer con toda la ira que tenemos guardada? [...] ¿Qué voy a hacer con todos los cadáveres fríos, los amigos a los que fallé?") o "Trucos fáciles para días duros" ("Ahora todos estarán pensando mal") o "Número 7" ("Esta vez entrégate, pero hazlo de verdad") o "Avería y redención" ("Ya sé que lo intentaste todo y yo no")... Frases muy potentes y cargadas de una tristeza distinta a la que había en sus primeros discos.

Me parecen muy, muy buenas, pero no siento la conexión que podía sentir en tiempos pretéritos, tal vez porque ahora estoy en otra fase, tal vez porque habla de una rabia que yo no quiero sentir, pero también me he planteado que tiene algo que ver con que si en el primer disco de Quique podía identificarme con un tipo que se despertaba con las noticias de la radio, me cuesta más hacerlo con uno que en las primeras horas del día se cae con todo el equipo con una mujer que estaba de bajada de pastilla (estoy citando la letra de la versión single de "Pequeñas monedas y grandes mentiras"). E igual no tiene nada que ver con esto, porque ya he dicho que no estoy haciendo una crítica del disco, sino que quiero volcar aquí pensamientos que surgen a partir de no haberlo escuchado, mis reflexiones sin buscar la verdad; y esto que quiero decir y no acabo de hacerlo es que a veces pienso que no es bueno que los músicos sean sólo músicos, músicos profesionales, porque sólo acaban hablando de las cosas que les pasan a los músicos, que tienen mucho en común con las del resto de los mortales, pero hay algo fundamental que no. Eso mismo me pasa muchas veces con los escritores, que al final parece que sólo saben hablar de escritores, como en tantas novelas de Stephen King. Porque si se quiere ser sincero, sólo se puede hablar de uno mismo.

Ya he dejado de pensar. Ahora los dedos van disparados y que salga lo que salga. Este soy yo. O uno de mis yo.

Vuelvo al asunto del esfuerzo obvio y manifiesto de intentar hacer algo distinto. Me parece loable. No lo digo como frase hecha: de verdad que es una cosa que admiro y que creo necesario en cualquier artista serio. Pero siempre he estado en contra de la "estética de la originalidad". (Nota al margen: Mientras escribo esto, escucho por primera vez "Dos ladridos" y nando pone un comentario hablando de esa canción.) La originalidad me parece un valor muy importante en el arte. Pero no el único valor. La mierda original no deja de ser mierda. José Antonio Marina lo explica muy bien en su "Elogio y refutación del ingenio", incluso aludiendo a ese ejemplo exacto: los artistas rompedores que se creen muy originales utilizando su propia mierda en las obras... sin saber que ya lo han hecho muchos antes.

Por supuesto, no estoy diciendo que Quique haya hecho mierda, ni muchísimo menos. Sólo digo que no vale cualquier originalidad. Y hay una que me quema mucho: lo de la batería. Porque además es exactamente lo mismo que critiqué en su momento de Calamaro (por aquí, en el fragmento titulado "Sincero pero ingenuo"): parar de tocar de repente como efecto innovador. Lo siento, pero no: a mí eso me recuerda a los ensayos cuando alguien para porque está perdido. Hacer un ritmo nuevo que no puedas quitarte de la cabeza, un break diferente, sí es crear algo original. Parar sin más es lo más fácil del mundo.

Yo es que con las baterías soy muy maniático. Creo que todo un disco de Sade, "Lovers Rock", está estropeado por el sonido de la batería, y que la moda que se implantó en los años 90 del siglo pasado de cortar en seco los sonidos, a lo Fugees, es una cagada.

Cuando ayer hablaba de los "ruiditos" ya no sé a qué me refería en concreto. Hay una cosa curiosa: en "Kamikazes enamorados" se oye por ejemplo el ruido de la silla y, en una producción para mí original y bellísima, consigue que se sienta el aire que hay alrededor de los músicos. A mí en su momento me sorprendió (si hubiera conocido a Damien Rice o a Ryan Adams, hubiera tenido al menos alguna otra referencia similar) y me parece maravilloso. Sin embargo, estos días escuchando los singles que están grabados a pelo, hay alguno, ahora no recuerdo cuál, en el que tuve que quitarme los cascos porque no me quedaba claro si el ruido fastidioso que estaba oyendo era de la calle o de la grabación. Era lo segundo. Y molestaba. Vale, se olvidaba que es una especie de maqueta.

Y otra cosa que he pensado que tampoco tiene que ver con el disco: el uso de la dinámica el rock. Es bien sabido, y últimamente ha habido varios artículos sobre el tema, que en el rock y el pop ha habido un movimiento hacia la música cada vez con menos dinámica, aumentando la compresión todo lo posible, lo que tiene como resultado un sonido muy plano. Alguna vez he dicho que no me gusta la música clásica precisamente por lo contrario, porque hay muchas diferencias de volumen. Sin embargo, cuando empecé a tocar en un grupo de jazz, empecé a apreciar el volumen como un matiz más con el que se puede crear música. Por supuesto, también puede ser un efecto del que abusar, pasando a ser efectista, como nosotros lo éramos muchas veces: en cuántas canciones, cuando no se nos ocurría que hacer, acabábamos metiendo una bajada de volumen. En estas nuevas canciones de Quique hay varios sitios donde juega a lo mismo. Todavía no sé si con acierto o no.

También critiqué en el escrito contra Calamaro las canciones demasiado cortas. La primera vez que escuché "Pequeñas monedas y grandes mentiras", cuando acabó pegué un respingo: ¿cómo se había acabado ya? Yo necesito los tres minutos para meterme en la canción, para llegar a sentir, que es para lo que escucho música. Hay otras canciones en el disco demasiado cortas. Por supuesto que alargar por alargar es absurdo; lo que hay que hacer es alargar con algo que no sea un alargamiento: completar la canción.

Y después de hacer estas dos críticas, sobre las paradas en las canciones y la duración, tengo que decir que la canción mía en la que más he trabajado en años y de las que más me gustan dura dos minutos y tiene una parada similar a las que hace Quique. Pero de verdad desde mi punto de vista es mejor así que de otra forma. Quique creerá lo mismo de las suyas. Pero yo no.

Otra cosa que no me gusta (¡viva lo positivo!), es el sonido de guitarra. Mi perverso gusto para las producciones del que hablaba ayer es el gusto del clásico "muro de sonido": capas y capas de instrumentos que llenan la canción. Ese es el tipo de producción sobre el que está construido "Personal" y, desde mi punto de vista, es un muro de una solidez, y una belleza, increíble. Carlos Raya se lució juntando líneas de guitarra. Es un maestro en eso. "Salitre 48" es diferente por las condiciones en las que se grabó y tiene un sonido particular y mágico. "Pájaros mojados" es un intento de muro de sonido distinto, basado en el piano, los metales y guitarras menos distorsionadas... que a mí no me gusta. "Kamikazes" crea un muro de aire, sin baterías ni bajos, trenzado con mandolinas y mantos de guitarras slide. En "La noche americana" ya no hay muro: el sonido de la batería, las pocas guitarras y su distorsión cruda, el bajo de líneas más destacadas, todo hace que suene distinto, camino de este "Avería y redención #7" donde Pedreira utiliza su propio sonido y sus propios trucos, muy distintos de los de Carlos. Aunque el sonido me resultó muy parecido a "La noche americana" cuando escuché "Hay partida", ahora aprecio que es muy distinto. El tipo de reverb por ejemplo que mete en "Backliners" hace que la guitarra suene lejana. Esa sola guitarra, excepto cuando mete ruiditos, deja un vacío que no me gusta.

Podría ser "horror vacui" por mi parte, pero es más bien no desear esa distancia. Una distancia cruda, ruda... no me salen los adjetivos, algo que no me gusta. El guitarrista acaricia cicatrices. Pero con una cuchilla oxidada.

No me gustan las cuchillas oxidadas, la suciedad, la estética de la maldad, la de las drogas, el "Bone Machine" de Tom Waits... Es curioso, en diseño de páginas web me gusta that wicked worn look, pero como ya dije en el texto de Calamaro, una cosa es la distorsión de AC/DC y otra cosa son otras distorsiones.

Ya no sé por dónde iba...

Quería hablar del indie. 7 puso un comentario a la entrada anterior que me dejó acojonado: ¿cómo ese desconocido me había entendido perfectamente? Lo único en lo que pensé que no acertaba era en lo de que a mí no me guste porque los mercenarios sean indies: yo toco en un grupo indie. Luego me di cuenta de que él, 7, lo sabía mejor que nadie y que me conoce como poca gente puede conocerme. El caso es que Quique habló de eso en esta entrevista:

Entrevistador: Sí, no se si estarás de acuerdo conmigo pero creo que es tu disco más alternativo, menos clásico, incluso un poco indie.

Quique: No, para mi no es en absoluto indie, eso para mí es algo peyorativo


¡A Quique sí que no le gusta el indie! Yo creo que él rechaza tanto como yo los músicos sin recursos, que a veces eso es lo que parece el indie, aunque imagino que podrá apreciar, como yo, los músicos que a pesar de la falta de recursos tienen algo especial. En cualquier caso, le guste o no, el disco suena más indie que un disco producido por Carlos Raya.

Y vuelvo al asunto de mis perversos gustos en las producciones: yo escuchaba las canciones de Vega, la artista de Operación Triunfo, y me gustaba el sonido, aunque era de sota, caballo y rey, lo más convencional del mundo, pero bien hecho. El problema es que las canciones no iban a ningún lado. Y hay casos contrarios: hace poco estuve escuchando el disco de Pablo Moro, al que descubrí en un concierto de Quique hace muchos años, y quedé sorprendido del gran error (como siempre que hago juicios, estoy hablando desde mi estúpido punto de vista) que habían cometido: en directo sonaba en una línea como Quique o como Revolver, pero la producción tipo "Operación Triunfo" de saldo que le pusieron eliminó lo que hubiese de bueno en sus canciones.

Y es que el artista camina por una cuerda floja, tanto en esto como en lo de la originalidad...

Hoy no me pienso cortar... ¿Qué más quería decir...?

Ah, otra de las cosas que dice 7: lo de que los músicos pueden aportar o estropear las canciones. Yo tengo la sensación de que las canciones de Quique de este disco son netamente superiores a las de "La noche americana", pero que el conjunto de los arreglos, hechos democráticamente, las han rebajado. Muchas canciones serían mejor él solo con guitarra o piano, como dice muy bien nando.

Y más: el Quique de ahora me recuerda al Drexler de "Sea" o "Frontera". Entonces el uruguayo estaba buscando un sonido nuevo y estropeó algunas buenas canciones con arreglos que se perdían en la búsqueda de la originalidad sin encontrar la belleza. Pero tuvo que hacerlo para llegar a las obras maestras que son "Eco" y "12 segundos de oscuridad". Ahí encontró (no, no encontró, creó con su esfuerzo) algo totalmente nuevo y bello, con el equilibrio justo. Creo que ese es el camino que lleva Quique. Y me encanta que lo siga intentando.

Y ahora voy a escuchar un poco el disco, aunque a estas horas no aguantaré mucho...

Hoy va el texto sin revisar y que sea lo que dios quiera...

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Por Guillermo Hoardings | Enlace permanente
9:29 p. m. | Comentarios (14)

Seré breve

Por una vez. Me he molestado en encender el ordenador porque necesitaba dejar constancia: odio las producciones que estorban. Yo quiero escuchar una canción, no ruiditos. No me gusta la batería (¿por qué coño se para ahí?, ¿por qué mete ese sonido en vez de una caja normal y corriente?, ¿y esos platos no están fuera de plano?), no me gusta la guitarra (esa nota duele, la reverb exagerada, ¿y dónde están los solos?). Y sólo voy por la 6.

Podría decir muchas otras cosas, explicar con más detalle mi perverso gusto para las producciones, hablar del elogio y la refutación del ingenio. Pero he dicho que seré breve. Sólo quiero dejar constancia. A lo mejor en el futuro me arrepiento. Pero ahora pienso así.

Por Guillermo Hoardings | Enlace permanente
12:24 a. m. | Comentarios (5)