Escritos sobre música


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Doblando años

~ domingo, noviembre 12, 2023 ~

Crónica del concierto de Quique González en la sala Acapulco de Gijón el 21/Oct/2023

Quique González cumple 50 el año que celebra 25 de la publicación de su primer disco: ha doblado los años y ha sacado muchos discos por el camino. Los que somos, como él, del 73, y le seguimos desde aquel primigenio "Personal", también hemos compartido media vida con sus canciones y sus conciertos. Y no hay mejor forma de celebrarlo con uno más, pero muy especial, porque Quique ha decidido que en esta gira los conciertos van a tener dos partes: en la primera, va a interpretar un disco entero, con el mismo orden de canciones con el que se publicó; luego ya hará otros clásicos.

Nosotros no lo sabíamos cuando nos situamos en primera fila de la sala Acapulco, a menos de dos metros de su micro, pero pudimos verlo en el repertorio que al poco pegaron en el suelo: ¡esas canciones eran las de "Salitre 48" de principio a fin! Me parece que no necesito decir mucho para expresar lo importante que es ese disco para mí después de haber colgado un vídeo tocándolo entero del tirón...


El lugar privilegiado también me permitió por primera vez estudiar con detalle los pedales que lleva Quique. Entiendo que hay tres canales: uno para la eléctrica y dos para las acústicas. Cada canal tiene su afinador Boss. En el de la eléctrica hay uno verde que podría ser una distorsión Tube Screamer Ibanez TS9DX y otro que no logré identificar. Los de las acústicas parecían las dos combinaciones iguales.

La sala ya estaba llena cuando la banda salió bajo los compases de la intro de "Carnaval". Toni Brunet empezó con el inolvidable punteo de "Salitre" en una guitarra de cuerpo hueco e hicieron una versión tranquila, con Raúl Bernal en el acordeón, Jacob Reguilón en el contrabajo y Edu Olmedo en la batería. Vaya forma de empezar un disco y vaya forma de empezar un concierto...


Y, para continuar, esa pequeña joya costumbrista que es "Día de feria".


Quique avisó de que iban a hacer "Salitre 48" completo y luego se iban a tomar un descanso de 5 minutos. Siguiendo con el guión, interpretaron el que fue el primer single "La ciudad del viento", recordando que la música estaba hecha por Paco Bastante. Toni se pasó a la Danelectro de doce cuerdas.


Y para la siguiente, otra de mis favoritas, "Crece la hierba", Quique cogió por primera vez una preciosa Rickenbaker. Curiosamente, no tocó la canción con los acordes que suele hacer en Mi, sino que puso una cejilla en el cuarto traste y tocó con formas de Do.


Este disco es tan increíble que la siguiente canción es otra maravilla: "Rompeolas". Sirvió para que se luciese Raúl en el Hammond.


Y luego llegó la caña: "39 grados", una canción en la que he pensado mucho este verano en Madrid, y gritamos como locos cuando en medio del poema de Bukowski dice eso de "un caballo que corre como si el diablo le estuviera retorciendo la cola sobre la hierba azul y el griterío..." y se pone la mano detrás de la oreja, y lo repite para que gritemos más...



Al presentar "Carnaval", dijo algo así como "Esta es una canción sobre amantes solitarios que hemos tocado muy poco", y es verdad: yo creo que es la primera vez que la escuchaba en directo. Y el caso es que esa canción que nunca ha tenido protagonismo es un tesoro que muchos querrían haber escrito, otro destello de costumbrismo que captura toda una relación y una forma de sentirse "entre las notas que descansan después de haber parado la música". Fue otra ocasión para que Raúl se luciese a los teclados.


Si "Carnaval" es una canción no habitual, la siguiente todavía es más rara: "Perdone agente", una canción casi humorística y juvenil, que nunca ha aspirado a grandes cosas, pero a veces no hay que tomarse la vida tan en serio y está bien bailar un rato. Y eso fue lo que hizo Quique: se quitó la chaqueta, dejó la guitarra de lado (a cambio, Raúl cogió una eléctrica) y la interpretó con la fuerza de alguien más joven. Mención especial merece el bajo que se marcó Jacob. Conclusión: no me importaría escucharla en directo más veces. Por cierto, que por primera vez caí en la cuenta de que la historia está emparejada con el mítico "No, señor" de Los Deltonos.

Y tras el desmadre, la calma: "Bajo la lluvia", otra pequeña preciosidad. Toni usó una española, la quinta guitarra de la noche.


Luego llegó el turno para "Ayer quemé mi casa", otra canción menor, no sé bien por qué, quizás porque está en un disco con tantas canciones enormes, quizás porque es bastante acústica... El caso es que tiene una letra perfecta y un gran estribillo, y otra vez logra capturar sentimientos universales a partir de anécdotas. A mí me hizo pensar en que cuando Quique publicó "Salitre 48" yo acaba de comprar mi primera casa y que dos días después de este concierto iba a comprar otra a cientos de kilómetros de distancia, con alguien a quien entonces no conocía pero que le seguía con un fervor tan grande como el mío... Y gracias a la música de Quique y a las crónicas de los conciertos coincidimos, y por eso yo, en cierto modo, quemé mi casa y no dejé que nadie me detuviera...


Se me acaban los calificativos y los sustantivos para describir las canciones de "Salitre 48", pero es que la siguiente es otra gema: "De haberlo sabido" (vídeo). Quique recordó que la había escrito para que la cantase una mujer que al final no lo hizo, pero que tuvo la suerte de que la cantaran Rebeca Jiménez y Carolina de Juan. Curiosamente, la tocó sin cejilla, como suelo hacer yo muchas veces, por pereza de no buscarla, cuando juego con la guitarra y acabo cayendo en esos preciosos arpegios que Carlos Raya añadió a la canción. Por cierto, en un momento dado, Quique se acordó de él. Yo sigo pensando que el trabajo de guitarras en los dos primeros discos de Quique es de lo mejor que se ha hecho nunca.

Para este tema, Jacob tocó el contrabajo con arco. Es también curioso ver cómo Jacob ha evolucionado con los años, afirmándose en su personalidad y, al mismo tiempo, agrandando sus recursos.


Con "Jukebox" volvió otra vez la caña. Quique y Raúl cogieron las eléctricas y Toni tiró de wha-wha con la Telecaster. Para mí, es de la mejores canciones de ritmo rápido de Quique, con una letra excelente: lo de "con la violencia densa de un poema de Bukowski en la encimera" siempre me ha parecido un acierto felicísimo.



Después, otra canción que parece que quedó muy lejana pero que a mí siempre me ha gustado, y que refleja muy bien el imaginario del primer Quique: las avenidas, la policía, las peluqueras y las camareras, y ese mirar al pasado ("Volveré a los sitios donde nunca estado") como si fuese alguien mucho más viejo de lo que era -de lo que éramos- entonces... Y esos versos que no desentonarían en un poemario ("Con la mirada perdida entre las dos esquinas / de tu pelo largo, / la madruga dormida en la comisaría / de tus ojos claros"), ese original puente y ese cambio armónico en el solo. Perfecta.


Otra letra espectacular, con algo hipnótico, circular, es "Tarde de perros", el homenaje a la noche en la que murió Enrique Urquijo. Volvieron las tres guitarras, aunque esta vez Quique llevaba una acústica en vez de una eléctrica. Recuerdo que en su momento discutimos en el foro donde nos juntábamos los seguidores antes de que hubiese redes sociales si el Mi era mayor o menor, porque la tonalidad no está clara. Miles de años después de aquello, pude comprobar que Quique lo hace menor.


Luego, otra canción de escapada, viajes y amigos, con descripciones costumbristas y evocadoras: "Todo lo demás". Yo pensaba en todos los veranos en los que nosotros la escuchamos en el coche y, en especial, uno conduciendo de Memphis a Dallas después de haber pasado por Nashville y antes de ir a Nueva Orleans, compartiendo sueños y creando recuerdos, como estaba siendo esa misma noche...


La última canción del segmento dedicado a "Salitre 48" fue otra de esas supuestamente menores: "Permiso para aterrizar". Lo es nada más que en la duración: a mí me gusta tanto que ya hace 17 años le dediqué dos vídeos, uno con los acordes y otro con el solo, cuando ni siquiera tenía una guitarra eléctrica. Pero veo ahora esa guitarra acústica y se la debo también a Quique: me la regalaron dos amigos cuando se rompió la única que tenía, una española, para que siguiese sacando sus canciones... Y ese solo, que no logré tocar bien ni cuando por fin tuve una eléctrica, es uno de mis solos favoritos de la historia de la música.


Después llegó el descanso anunciado y yo aproveché para sacar una foto de los instrumentos descansando:


A la vuelta fueron interpretando otras canciones más recientes: de hecho, no sonó ninguna de "Personal", ni siquiera "Y los conserjes de noche". Yo sé que Quique no se siente tan orgulloso de ese disco como de "Salitre 48", pero para mí, aunque tenga algunas canciones que no han envejecido bien, tiene un buen puñado que podría rescatar más a menudo. Por cierto, que hubo gente durante el set de "Salitre 48" que pidió a gritos varias veces "Se nos iba la vida". A mí también me encantaría escucharla, pero me pareció una falta de respeto la insistencia cuando estaba claro que no era el momento.

Entre las que sonaron en el segundo set, alguna que no suele hacer, como "Trucos fáciles para los días duros". Del mismo disco sonó también la que le da título, "Avería y redención".

En "Se estrechan en el corazón", la gente cantó la melodía como se ve en este vídeo, pero lo que no se ve es que cuando acabaron de tocarla, la gente siguió cantándola.

Hubo un momento inesperado: hicieron "Charo"... sin cantante femenina. Toni Brunet hizo esa parte y, la verdad, lo hizo muy bien, como se ve en este vídeo.

De "Me mata si me necesitas" también sonó "Orquídeas": parece que para la segunda parte escogió entre las canciones más movidas de su repertorio.

Otro gran momento de la noche fue cuando salió Alberto García a hacer "Palomas en la Quinta". Sé que el asturiano es fan desde que era muy joven: mi hermana le vio hacer versiones de Quique en Libardón hace mucho, mucho tiempo... Me alegro de que le esté yendo bien con su proyecto y que pueda cumplir sueños como este.


Tocaron también una canción del disco que todavía tardaría un par de semanas en salir, "Copas de yate", la versión de "A la media luna" de Juan Perro. Es curioso, porque no parece que el universo sonoro de Santiago Auserón esté muy cerca del de Quique, en especial en esa etapa en la que el de Zaragoza se centró en la música caribeña. Pero ahora vuelvo a escuchar la canción y, a pesar de estar con aquella banda que solía hacer música cubana, con los maravillosos Javier Colina en el contrabajo y Pancho Amat en el tres, es verdad que es una canción roquera. Por otra parte, Quique ya mostró su admiración por el repertorio del ex-Radio Futura cuando hace años versioneó "El ruido de fondo", la canción que los hermanos Auserón escribieron para Miguel Ríos. Yo, como fan de ambos, no me puedo quejar.

"A la media luna" es otra ocasión para que Jacob juegue por el mástil, como lo es "Puede que me mueva". Aprovecho para comentar que utilizó, además del contrabajo, dos bajos eléctricos, uno Fender (creo que un Jazz Bass) y otro que no logro identificar:


Su amplificador Ampeg sonó de lujo: gordo y definido.

Acabaron, como suele ser habitual, con "Vidas cruzadas". Al final, se les veía tan felices como al público:



Quique había avisado de que iba a firmar discos tras el concierto, así que decidimos quedarnos, para poder darle las gracias en persona por tantas cosas... A fin de cuentas, sus canciones llevan acompañándonos literalmente la mitad de su vida... y de la nuestra.

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Por Guillermo Hoardings | Enlace permanente
12:26 a. m.

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