Escritos sobre música





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Una antigua picadura

~ sábado, marzo 22, 2014 ~

Eran tiempos más sencillos, cuando la música se dividía en sólo dos tipos: el rock duro y la basura; cuando sólo tenía 6 horas de clase y el resto del día era para mí; cuando pasaba de tres de la tarde a doce de la noche metido en mi habitación escuchando música y leyendo libros, porque todavía no había Internet y ni siquiera sabía tocar: sacar sonidos de una guitarra era para mí una ciencia extraña, un arte mágico que soñaba con dominar, como quien sueña con volar...

Era un tiempo de escuchar pocos discos muchas veces, porque no había dinero ni descargas gratuitas. Por fortuna, había cintas y mini-cadenas de doble pletina. En una de esas cintas yo tenía grabado, probablemente copiado de mis primos, el World Wide Live de Scorpions. Ayer me dio por poner Holiday, para tocarla a la vez. Era una canción con arpegios que, cuando empecé adentrarme en el arte de la guitarra, me parecía muy difícil e invertí muchas horas intentándola. La seguía teniendo más o menos en la cabeza, pero había algunos detalles que no recordaba; por eso la puse. Pero casi no la escuché: directamente fui tocando sobre ella.

Eso me pasa mucho ahora: a veces, cuando en alguno de los  grupos en los que estoy deciden tocar una canción que no conozco, ni siquiera la escucho una vez antes de ponerme a intentar tocar encima. Incluso cuando no estoy intentando sacar una canción, estoy diseccionando lo que escucho. Una vez fui niño y disfruté de los trucos de los magos; ahora que aspiro a ser mago, ya no puedo disfrutar inocentemente de la magia.

Así fue en parte ayer escuchando a los Scorpions: después de haber tocado Holiday, me dio por poner otras canciones sólo para escucharlas. Por supuesto, no pude evitar la biopsia: qué cantidad de reverb, qué separadas están las dos guitarras en dos canales, cómo está continuamente presente el público, cuánto habrá regrabado, cómo son los solos —donde detecté arpegios, tópicas subidas y bajadas por escalas, picados de púa—, cómo es la estructura de la canción, los ritmos de la batería, los riffs del bajo, los lugares comunes de las letras...

Excepto en aquel tiempo sencillo cuando me consideraba a mí mismo heavy, siempre me he sentido en tierra de nadie musical. Toco con gente que sigue siendo así, despreciando lo que no sea rock, y mejor si tira al heavy, y con gente que desprecia los tópicos de la música pesada, las guitarras rápidas, las distorsiones exageradas, las reverbs de larga cola, las palmas o los cuernos junto con el bombo, y con gente que piensa que los que no saben tocar así no saben tocar y la música que hacen es ruido, y con gente que piensa que en los 80 no se hizo ni una canción buena... Y ahí estoy yo, gustándome muchas de esas cosas que otros ven contradictorias.

Así, escuchando los tópicos del heavy ochentero en las canciones de Scorpions, escucho las críticas que alguno de mis amigos podrían hacerles. Y yo no me siento especialmente un seguidor de los alemanes, pero escuché mucho ese disco en aquellas tardes de mis quince años y hoy, mucho más de quince años después, sigo creyendo que tienen valor, que tienen magia. Aunque ahora vea dónde esconden el conejo blanco que parece surgir de la nada.

Por Guillermo Hoardings | Enlace permanente
2:30 p. m. | Comentarios (0)