Escritos sobre música




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Silvia Pérez Cruz: la extraterrestre del planeta Música

~ domingo, noviembre 28, 2021 ~

Teatro de la Laboral a oscuras y empieza a sonar una voz humana. O no. Porque puede que Silvia Pérez Cruz sea una extraterrestre venida del planeta Música: es difícil creer que un ser humano pueda lograr lo que ella consigue, tan fácilmente. Es más fácil creer que vino de muy lejos en su nave espacial: ese cuadrado con teclado, guitarras, pedales y tambores a los mandos del cual hizo la mayor parte del concierto, excepto cuando se adelantaba, como al principio y al final, para cantarnos más cerca. Y nosotros, en segunda fila, la tuvimos muy cerca...

La había visto hace un par de meses en Oviedo, en el que sentí que fue uno de los mejores conciertos de mi vida, y volvió a sorprenderme en esta muy distinta actuación: si allí fue con banda, aquí fue en solitario. A veces lanzaba loops. Yo me he quejado en ocasiones anteriores de los artistas que utilizan grabaciones en directo, pero ella conseguía que olvidase que eran grabaciones: sonaban tan vivas como su voz. Todo era parte de ese arsenal de armas que no califico de mágicas porque vi que tenía que afinarlas, que esa aparente magia era el resultado de una gran maestría hecha de una vida de esfuerzo entregado a la música, a música para celebrar la vida aunque hable de la muerte, como en su grandiosa ranchera "Mañana".

Interpretó canciones de su último disco, "Farsa (género imposible)", y también otras de películas y espectáculos teatrales, como el dedicado a Cyrano de Bergerac, y versiones como "Sound of Silence", "Pequeño vals vienés" o esa republicana "Gallo rojo, gallo negro" que inmortalizó Chico Fernández Ferlosio y que el público, participativo en la última parte, coreó con ganas.

Detrás de las canciones se adivina un gran ser humano, o tal vez una extraterrestre, ¿quién sabe...?



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Por Guillermo Hoardings | Enlace permanente
2:26 p. m. | Comentarios (0)

Uno de los mejores conciertos de mi vida: Silvia Pérez Cruz

~ jueves, septiembre 16, 2021 ~

He visto muchos conciertos en mi vida. Muchos. Ayer tuve la suerte de ver uno de los mejores: Silvia Pérez Cruz en el Auditorio de Oviedo. Por eso hoy quiero dejarlo por escrito.

Hace una semana vi a Lory Meyers en el mismo recinto y estuvieron muy bien. No son un grupo que haya escuchado mucho, pero varias de sus canciones me suenan de escucharlas por Aranda de Duero en el Sonorama. A Silvia Pérez Cruz la he seguido todavía menos: un par de días que quedé enganchado a vídeos suyos en YouTube... y nada más. Pero si los vídeos eran para quedarse enganchado, el concierto fue para quedarse hipnotizado: tanto talento junto, repartiendo arte casi como una broma...

Verla a ella es sentir que ha nacido para eso, para entregar al mundo una forma única de ser, pero que al mismo tiempo sirva de medium para conectar con la belleza. La voz es un instrumento y ella la conecta con su alma y da la sensación de poder expresar lo que quiera. Cuando presentaba las canciones o los músicos, transmitía alegría, aunque estuviese tratando de canciones con un gran fondo de tristeza. Sí, su música es una sublimación de la tristeza para llegar a la belleza.

Y los músicos que la acompañaban tienen pinta de ser de la misma pasta: gente destinada a lo suyo, con la misma maestría que ella para poder extraer de su instrumento lo que les diese la gana. Con sus ropas diseñadas por ellos mismos, incluyendo la llamativa falda del violinista que a mí me hacía pensar en los derviches, distribuían talento en cada sonido.

Era increíble verlos a todos juntos: a veces sin mirarse, a veces mirándose a los ojos, pero siempre totalmente conectados, coincidiendo en principios de manera asombrosa, subiendo y bajando la dinámica siguiendo un hilo invisible que debía de salir de Silvia y pasaba por todos...

He buscado para quede reflejado aquí el nombre de todos los músicos: Marco Mezquida (piano y teclados), Aleix Tobias (percusión), Bori Albero (contrabajo), Carlos Montfort (violín) y Alfred Artigas (guitarra). Nunca había visto tocar el violín así; me fascinaba la facilidad con la que el contrabajo hacía melodías y cantaba con Silvia; la percusión me pareció tan cautivante como aquella de Borja Barrueta que me hizo llorar y, como pianista aprendiz, no podía creer la facilidad con la que las manos de Marco recorrían el piano.

En fin, en realidad, no hay palabras.


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Por Guillermo Hoardings | Enlace permanente
10:18 p. m. | Comentarios (0)

Canciones viejas y terremotos nuevos

~ sábado, junio 02, 2018 ~

Hoy me ha vuelto a estremecer la música. Hoy ha vuelto el pellizco. De la manera más inopinada: escuchando a Amaia, la ganadora de Operación Triunfo, esa de la que algunos no hablan más que para criticar su libertad de no depilarse o de leer libros tal vez estúpidos, pero tal vez menos estúpidos que esos que los critican sin conocerlos.

Estuve viendo esta actuación en el Primavera Sound:



Empieza con un clásico de Nueva Orleans, recordando a Diana Krall, pero luego pasa a "Alfonsina y el mar", y eso no lo puede hacer Diana Krall... Pero el pellizco llegó con el "Zorongo Gitano": ese punto flamenco, esos breves pasajes intensos de piano...

En algunos momentos después se ven primeros planos y lo que veo en su cara es concentración en la música: tiene un punto de locura por las canciones en el que me siento identificado.

Y hacía mucho que no escuchaba el "Zorongo Gitano", tanto que ni siquiera estaba seguro de si estaba en uno de mis discos favoritos pero olvidados desde hace mil cien años: las "Canciones populares antiguas" recogidas por Lorca y la Argentinita y cantadas por Carmen Linares. Rebusqué en mi disco duro y ahí y estaba, y era tan maravilloso como lo recordaba. ¿Cómo he podido pasar tanto tiempo sin disfrutar de esa belleza que estaba ahí a dos clics de distancia?

Alguien mencionaba en los comentarios del vídeo de Amaia la versión de Silvia Pérez Cruz de "Alfonsina y el mar". Me dio por buscarla. Me gustó, aunque a esa otra loca por la música que sin duda es Silvia (locura de genio) a veces me produce rechazo escucharla por cierta forma que tiene de pronunciar, no sé por qué: es instintivo. Pero entonces llegué a otra de sus versiones de otra de mis canciones favoritas: el "Cucurrucú Paloma":



La he escuchado tantas veces en la versión de Caetano Veloso, la he tocado tanto con la guitarra... Cuando escuchas tanto una canción en una forma particular (y la de Caetano es muy particular) es difícil que una versión distinta te guste. Pero ese vídeo suena como si su voz estuviese dentro de mi cabeza, como si la belleza se me hubiera metido dentro.

Entre medias de las dos, estuve tocando el piano, mal, pero de una forma que no lo había tocado nunca: con una libertad nueva, como si hubiera sido poseído por el mismo dios que las posee. Pero quién fuera ellas, quién tuviera su talento...

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Por Guillermo Hoardings | Enlace permanente
1:06 a. m. | Comentarios (0)