Escritos sobre música




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Gigante 2022. Día 2

~ sábado, agosto 27, 2022 ~

Llegamos cuando estaba empezando Nat Simons. La habíamos visto hace años en el Metrópoli y ha cambiado bastante: si entonces básicamente hacía Americana en inglés, ahora tiraba mucho más al rock y cantaba a veces en español y a veces en inglés. Sonaba muy bien.


Luego fuimos a cenar y vimos a Oba Tenga. No era de los artistas que teníamos planificados,  pero me sorprendió: un grupo con dos percusionistas, guitarra acústica y bajo que hacían algo en línea rumbera, pero muy bien hecho. Hubo hasta un pequeño homenaje a "El sueño va sobre el tiempo". Montaron una pequeña fiesta.


A continuación fuimos a Alice Wonder. Tampoco la conocía. Me pareció que tenía muy buena voz, aunque abusaba de filtros. Tampoco me gustó que fuese casi todo pre-grabado. De hecho,  a mitad de una canción le falló el ordenador y tuvo que empezar desde el principio. En cualquier caso, me pareció que tenía mucha personalidad.


Luego escuchamos un poco a Zabriskie. Sonaban bien y me recordaron a Nacha Pop, pero sus canciones no me decían mucho. También vimos un poco desde lejos a La La Love You, que montaron un fiestón en el escenario principal.

Por fin llegamos al plato fuerte de la noche para nosotros: Dorian. Hicieron un concierto muy parecido al que vimos en el Sonorama, aunque hubo alguna canción distinta. Consiguieron también poner a bailar a todo el mundo.



Por último, volvimos a la zona de comidas para ver a Repion. Tienen mucha fuerza, en especial la batería, que a veces me recuerda a Dave Grohl, pero sus canciones tampoco me convencen. Una conclusión después de ver tantos grupos que desconocía es que es muy difícil hacer canciones que en una primera escucha sean atractivas.



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Por Guillermo Hoardings | Enlace permanente
2:30 p. m. | Comentarios (0)

Sonorama 2022. Día 5

~ martes, agosto 16, 2022 ~

Este año el Sonorama se alargó un día más y nos pilló por sorpresa: tuvimos que buscarnos un alojamiento y lo más razonable que encontramos estaba en Burgos. Quizás por eso llegamos tarde al primer concierto que quería ver: La Frontera. Hace unos años los había visto por casualidad y me habían impresionado. Yo creía que era un grupo de Los 40 y descubrí que eran un grupo de rock americano muy solvente. Además, creía que sólo conocía un par de canciones y resulta que eran muchas más: además de "Pobre tahúr" y "En el límite" estaban "Juan Antonio Cortés", "Judas el miserable" o "Si el whiskey no te arruina, las mujeres lo harán". Esta vez me decepcionaron un poco: me pareció que Javier Andreu estaba en peor forma y a veces parecía que farfullaba. Pero otras veces su poderosa voz sonaba atronadora y hacía justicia a ese repertorio tan potente. Toda la banda sonaba muy bien, pero destacaba el guitarrista.



Luego vimos un poco de lejos a Fuel Fandango, a los que no conocía. No me atrajeron mucho, aunque parecían originales. Después fue el turno de Daniel Fernández, al que tampoco conocía. Lo estuve escuchando sentado al fondo: mi espalda no daba para más. Me pareció que lo hacía bien pero era muy estándar.

A continuación tocó Loquillo. Me gustaba mucho en la época de "A por ellos que son pocos y cobardes" y le he visto varias veces a lo largo de los años, pero últimamente su chulería a lo John Wayne (del que, por cierto, he estado leyendo estos días lo mala persona que era) me echa para atrás. Vi el principio del concierto, que empezó con canciones nuevas, incluyendo ese "El último clásico" que sigue esa línea de autobombo que tanto me repatea. Por supuesto, la banda era excelente y luego atacó los grandes éxitos, pero para entonces nosotros ya nos habíamos movido al otro escenario principal para coger un buen sitio para ver a Dorian.




Se nota que son uno de los grupos del festival, autores de uno de sus himnos oficiosos, "A cualquier otra parte". Dieron un buen concierto, aunque los graves molestaban y me pregunto hasta qué punto lanzan secuencias. En cualquier caso, lo pasamos muy bien cantando y bailando. Por cierto, el batería me pareció impresionante: tocaba con la precisión de una máquina pero siendo una persona.

Volvimos a cambiar de escenario y ya nos tuvimos que situar muy lejos para ver a La casa azul. Tampoco es un grupo que conozca, aunque ya los había visto en directo en el Gijón Sound Festival hace unos años. También me pregunté cuánto era pregrabado. La gente disfrutó de las canciones, pero a mí se he hacían todas muy parecidas: de hecho, cada vez que empezaba una creía que era la única que conozco un poco más, "La revolución sexual", que, cuando llegó por fin, fue el momento más intenso del concierto.



Y así acabó para nosotros este Sonorama, distinto por ser el primer festival "normal" tras la pandemia. También, el primero que decidimos no ir al pueblo: el cuerpo no nos aguanta tanto y, por otra parte, los conciertos más interesantes, que son los de la Plaza del Trigo, no se pueden ver por lo masificados que están.

Si podemos, volveremos el año que viene.

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Por Guillermo Hoardings | Enlace permanente
4:24 p. m. | Comentarios (0)

La música y lo desconocido

~ martes, agosto 28, 2018 ~

Recuerdo perfectamente la primera vez que fui a un concierto basado en canciones no publicadas: fue Juan Perro, en la Semana Negra, antes de que sacase su primer disco. Hacia el final dijo: "Gracias por escuchar estas canciones sin poder haberlas masticado primero"...

Simplemente, yo no sabía que se podía hacer eso: ya había ido a muchos conciertos antes, y los artistas tocaban canciones de sus discos. Eso me parecía lo normal: las canciones se grababan y luego se tocaban en directo, y el público ya se las sabía de memoria en los conciertos.

Ahora sé que no tiene que ser así; que, de hecho, lo normal es tocar las canciones en directo antes de grabarlas y sólo en la última centuria se produjo este proceso que yo consideraba normal.

Pero hoy pienso en eso y no puedo evitar reconocer que aunque a veces me sorprenda una canción a la primera y no haya nada como la sorpresa de encontrarse una liebre sin haber salido a cazar, querida Carmen Martín Gaite, en gran parte por lo que (me) acaban gustando las canciones es por haberlas escuchado muchas veces.

Y tal vez, como ahora casi no les doy ni segunda oportunidad, por eso no descubro nuevas canciones que añadir a mi banda sonora.

Una de las cosas que me ha hecho pensar en eso es que yendo dos veces al Sonorama y algunos otros conciertos de artistas que han tocado allí he escuchado algunas canciones repetidamente. Por ejemplo, "A cualquier otra parte" de Dorian, "Ayer" de La Habitación Roja, "Casa, ahora vivo aquí" de Iván Ferreiro o "Sí" de Bunbury . Y al final, he acabado escuchando los discos y me han gustado mucho.

"El cariño hace el roce", dicen... Pero por otra parte, cuando escucho discos y temas en directo por primera vez mucho de lo que me pasa es que me parecen todas las canciones conocidas: hay pocos recursos nuevos y, cuando los hay, me desagradan o no me enganchan. Es como si necesitase la obligación de escuchar las canciones varias veces para poder apreciarlas. Como ahora, gracias a Internet, sólo escucho lo que quiero, el milagro no se produce. Ya no escucho la radio, ya no voy a los bares.

Pienso también eso: que algunas canciones se han convertido en míticas porque se escucharon mucho. Otras no muy distintas podrían haber tenido ese privilegio y serían ellas las elegidas. No es lo único que importa, pero importa.

En fin, lo dejo porque me repito: creo que ya hace años hablé por aquí del frágil equilibrio entre la originalidad y la costumbre en la música.

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Por Guillermo Hoardings | Enlace permanente
12:33 a. m. | Comentarios (0)