Hace un par de semanas sufrí otro ataque. De repente se me disparó la cabeza y me pasé toda la tarde grabando. El resultado es este:
Pido disculpas por adelantado a los seguidores de la Iglesia de Quique y a los seguidores de la Iglesia del Jazz por mi profanación de elementos sagrados para ambos.
Fue una de nuestras últimas actuaciones en el Savoy. El sonido no es muy bueno, pero se ve que baila hasta la cámara. Hacer música es de las cosas que me hace más feliz del mundo.