Escritos sobre música


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The computer has been drinking

~ domingo, noviembre 25, 2007 ~

Esto fue escrito en agosto de 2005. No fue publicado entonces porque después de acabarlo me di cuenta de que estaba equivocado en muchas cosas: hacía suposiciones sobre la obra de Tom Waits, una obra que desconozco en su mayor parte.

No me gusta Tom Waits. Y es que no encuentro placer en las cosas desagradables.

Recuerdo la primera vez: hace años, animado por tantos comentarios que lo ponían como uno de los grandes, cogí en la biblioteca (de aquella no existían las redes P2P) el "Bone Machine". No fui capaz de escuchar casi nada: ¿Qué era aquella música sucia y afilada? ¿Alguien querría acostarse en una cama hecha de filos de latas oxidadas? ¿Alguien encuentra placer en contemplar la taza del water en un bar de carretera? Esas imágenes convocaron en mí aquellas canciones...

Luego está el aura de perdedor. Y yo odio la glorificación de los perdedores, esa estética del fracaso que heredamos del Romanticismo o de la novela negra o de yo qué sé; y no, no creo que el mundo es de color rosa, ni que se deban ocultar las miserias; pero hay algo más y tan absurdo como ocultar lo feo es olvidarse de lo bello, o hacer una estética que apele a un realismo sucio, a la parte más cruda de la realidad como única belleza, a la dureza como única postura digna, al cinismo como la más alta forma de inteligencia... No, me cansa todo eso y además me parece muy poco original. Y no sé por qué pero todo eso lo asocio con Tom Waits.

Por no hablar de que soy abstemio anónimo desde hace más de diez años...

Así que no me gusta Tom Waits. Pero últimamente me he obsesionado con dos canciones suyas.

La primera es la que cité el otro día, «Innocent when you dream», que en realidad viene a decir lo que pienso: que aunque si miras a la gente puedes ver muchas miserias, también es cierto que todos tenemos un fondo inocente. Es lo mismo que viene a decir Julio Bustamante desde el otro lado: «Incluso cuando lloramos, la vida ríe»; todo está bien, todo es bello, incluso la muerte, la tortura, los vómitos y todo lo que existe, igual que existen a los buenos momentos, los ojos que ríen, los perfumes que recuerdan, las piedras que reflejan el sol... Nosotros somos niños inocentes que no saben nada del mundo de los mayores. Y nunca llegaremos a saberlo: nuestra vida es demasiado corta como para entender la vida que lleva miles de años desarrollándose en esto que llamamos universo.

Sí, desvarío. Y voy a seguir desvariando un poco más...

Me dio por bajarme «Innocent when you dream» porque me acordé que fue lo que más me gustó de «Smoke», película que por lo demás recuerdo como anodina. Y me enganché en especial con esa estrofa que copié el otro día:

Running through the graveyard,
we laughed my friends and I.
We swore we'd be together
until the day we died...
until the day we died.

«Corriendo por el cementerio / nos reímos mis amigos y yo...» Así vamos: esta Tierra es un cementerio, el lugar en el que todos moriremos. Y sin embargo es un lugar para la risa. Mientras haya vida.

Me recordó a aquella canción de Ilegales:

Este es el lugar
donde están enterrados mis amigos.
¡Qué quietos ahora...
pero cuánto han corrido antes!

Y aunque también reniego de la pasión autodestructriva -como esa que se glorifica en el alcohol y las drogas-, creo que vivir siendo conscientes de la realidad y, al mismo tiempo, siendo inocentes, soñando cada noche, es el camino correcto. Y puede que no exista un camino correcto, pero yo no puedo dejar de buscarlo.

No recuerdo por qué luego me dio por bajarme «The Piano Has Been Drinking», aunque creo que porque lo leí por ahí en algún sitio y me pareció una frase genial. Y se convirtió en una nueva obsesión: en una tarde la escuché veinte veces y siempre volvía a sonreírme con esa frase que dice: «The carpet needs a haircut». Sí, lo repito de nuevo: no me gusta el alcohol, y sin embargo a veces me gustan cosas que me saben a whisky, a un whisky imaginario que me gusta como no me gusta el de verdad, cosas como la voz de Van Morrison, como algunos textos de Antonio Muñoz Molina o de Julio Cortázar, como algunas fotos de músicos de jazz, como ese local que evoca el piano borracho de Tom Waits...

Y juro que no he estado bebiendo. Ha sido el ordenador :-)

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Por Guillermo Hoardings | Enlace permanente
8:00 p. m.

Comentarios (1)

Anonymous Anónimo ~ 10:10 p. m. #

A mí Tom Waits tampoco me llega (tampoco es que lo haya intentado demasiado...), y mira que me gustan esas canciones de moteles de carretera, mujeres y whisky. Pero nada, Waits tiene un "algo" que lo deja (de momento) en un segundo plano. Quizá con el tiempo recapacite y me trague mis palabras; me encantaría que me gustara Waits, siempre es mejor que algo te guste a que no te guste, pero qué le vamos a hacer...

 

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