Escritos sobre música


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¡Oh, maravilla, maravilla, paraíso!

~ sábado, mayo 24, 2008 ~


Este es un texto escrito en febrero de 2006. Un comentario en el blog de Vega me hizo recordar el "Avec the temps" y llevo todo el día obsesionado con la canción: intentando aprenderla al piano, escuchándola mil veces, e intentando hacer algo que nos es ni versión ni adaptación al español pero que nace de la canción de Léo Ferré.



Le robo un verso a Julio Bustamante para pagar una deuda que tengo desde hace tiempo con una mujer: Paloma Berganza. Todo lo que le dé será poco.

El verso, que titula este escrito, no es producto de una larga búsqueda de algo que esté a su altura: fue lo que sentí cuando la escuché por primera vez. No tenía ni idea de cómo había llegado a mi ordenador... Bueno, sé exactamente cómo llegó a mi ordenador: por el eMule. Lo que no sé es por qué se lo pedí al eMule. Creo recordar vagamente que leí algo sobre ella en la Efe Eme, pero alguna vez lo he buscado y no lo he encontrado. Tal vez fue en algún rincón de Internet; tal vez un día la puso Lara López en esas Músicas Posibles que a cinco minutos de las diez de la noche ponen banda sonora a mi cena... Ni idea. Lo había olvidado cuando me tropecé con el archivo en el disco duro y no sabía qué iba a encontrar cuando hice doble clic sobre "Avec le temps".

Traspasado por la belleza, fue entonces cuando me surgió como un chispazo la frase: "¡Oh, maravilla, maravilla, paraíso!".Quité las manos del teclado, giré un poco la silla para apartar los ojos de la pantalla y me concentré sólo en escuchar, en escuchar y sentir. Subí el volumen, como no suelo hacer, y casi pude distinguir las ondas producidas por la presión en el aire: la música era algo físico, palpable. La repetí muchas veces, me recreé en la pureza de los arpegios del piano, en la voz que canta entonando perfectamente pero parece que está hablando enfrente de ti, y en cada ocasión, cuando llegaba ese sonido de un plato in crescendo que se funde con unas cuerdas, sentía el temblor de una fibra en el corazón.

Aunque pasé un mes en la francófona Montreal, no sé francés. No sabía de qué hablaba. Yo, que vivo la música sobre todo a través de las letras, estaba ahí, como si un rayo me hubiera partido los huesos y me hubiera dejado estaqueteado en la mitad de la habitación, parafraseando a Cortázar.

Como una mano que eriza el vello de la nuca incluso sin llegar a tocarla, como una boca que hace que unos labios se llenen de sangre aún antes de besarlos...

Compré el disco, por supuesto. Ahora lo estoy escuchando otra vez y compruebo que lo de la carne de gallina es algo más que una frase hecha: no me hace falta subir la manga para saber que está ahí, en este estremecimiento levísimo que me recorre por la piel como dirigido por el sonido.

Hay otros grandes temas en el disco, clásicos de la canción francesa, a veces a ritmo de cabaret, a veces melancólicos, siempre vivos. Es posible que mi fascinación proceda de mi incultura, de que no conocía la chanson, pero creo que no, que la belleza es suficiente incluso para convencer a los expertos. Hoy me he puesto a pagar mi deuda, por fin, precisamente porque leí en la Efe Eme una entrevista con Diego Vasallo en la que decía que su disco favorito es el de Vinicius, Toquinho y María Creuza. Contaba que descubrió la bossa-nova en esa obra y que tal vez por eso le pareciera lo mejor. Yo, en cambio, ya amaba la bossa cuando lo descubrí y aún así creo que es otra de esas puertas al paraíso, al mismo paraíso de tristeza dulce que el "Avec le Temps" de Paloma Berganza.

Coda: No puedo olvidarme de Horacio Icasto, el pianista y marido de Paloma Berganza. Me contó una vez la batería de mi grupo que asistió a un curso de improvisación que dio el pianista y estaba su mujer de alumna. Se nota esa influencia del jazz, pero al mismo tiempo es música muy sencilla, no peca de ese ensimismamiento de "música para músicos" que a mí nada me atrae. Todo está al servicio de la belleza y es de ley reconocerle a Horacio, como director de la grabación, su labor.

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Por Guillermo Hoardings | Enlace permanente
5:58 p. m.

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