Lapido contra la «piratería»
~ sábado, mayo 17, 2008 ~
Lo de compartir archivos musicales es un eufemismo que me hace gracia, pero yo es que tengo un sentido del humor muy peculiar.
Se nota rabia en esta ironía: pues sí, cuando compartes archivos musicales, compartes archivos musicales. Me parece que insinúa que se debería llamar «robar», pero para que eso fuese así, el que tenía el archivo original debería quedarse sin él, cosa que no ocurre. Igual «compartir» no le gusta porque cuando compartes algo con alguien te quedas sólo con una parte... pero eso sólo ocurre cuando compartes algo material. Y recordemos que, como muy bien afirma Jeff Tweedy, líder de Wilco, «la música no es una barra de pan».
Pero bueno, no dramaticemos, el P2P sin ánimo de lucro creo que no es ilegal en España, así que adelante. Es una batalla perdida y así lo manifesté entonces y ahora. No sólo por el tema económico -el gratis total es una falacia. Si nada es gratis ¿por qué la música si tiene que serlo?-,
Es mentira que no haya nada gratis. La última vez que lo comprobé, el sol brillaba para mí sin pedirme monedas, y pocas cosas más importantes hay en la vida. Y todos hacemos cosas gratis, por amor o porque nos apetece. Y eso sin contar que es difícil determinar cuánto pierde un artista cuando alguien se baja su disco y cuánto gana: creo recordar que según los últimos datos (de la propia SGAE) ha aumentado mucho la recaudación en conciertos. Yo creo que puede tener que ver con la mayor facilidad de acceso a la música.
Por otra parte, si quisiera ser demagógico podría argumentar que lo que nunca ocurre es que alguien que vende algo siga cobrando después de que lo ha vendido: ¿tienen que pagar los bares a los carpinteros mientras estén usando las sillas que les hicieron? ¿Tienen que pagarles si les regalan las sillas a otros bares? Pero este argumento no es válido por lo mismo de antes: la música no es una barra de pan, ni una silla. Lo que no quiere decir que valga cualquier modelo de negocio con los «derechos de autor».
sino por el de respeto a la creación.
Desde mi punto de vista, el respeto a la creación no se demuestra principalmente con dinero. ¿Cuándo cojo mi guitarra y toco «Nubes con forma de pistola» no manifiesto mucho más respeto por su creación que cuando compré el CD? Eso sí, puede que se haya perdido parte del respeto a los creadores porque cualquiera se atreve a crear. Para mí, eso no es malo.
Los grandes operadores de Internet y los fabricantes de aparatos reproductores de archivos comprimidos están frotándose las manos porque haya un gremio, el de los creadores, que ponga su esfuerzo gratuitamente para que ellos se forren y así hacer felices a millones de personas en el mundo que creen que una canción o una película cae del cielo o brota en el campo. Si no existieran los contenidos que nosotros, los autores, ponemos a disposición de todo el mundo, nadie pagaría por una línea ADSL o por un iPod. Absolutamente nadie.
Mentira. Si no hubiese posibilidad de intercambiar archivos, yo -y muchos- tendría un iPod para poder escuchar toda mi colección de discos comprados cuando me diese la gana. Y yo tuve conexión a Internet mucho antes de que se pudieran conseguir canciones o películas. Si el argumento es sobre la banda ancha (entiendo ADSL como la parte del todo) y no sobre la conexión a Internet, yo me pasé al cable desde el módem tradicional sobre todo por no tener el teléfono ocupado cuando me conectaba y por la facilidad para... ¡crear! Sí, para crear.
Por supuesto que la descarga de archivos de música es un incentivo (para algunas personas puede que el principal) para usar banda ancha, pero para muchos lo más importante es la capacidad de comunicación que ofrece: desde el Messenger al MySpace, pasando por los blogs, y los fotologs o los vídeos. Me da la sensación de que Lapido no se da cuenta de que parte de la caída del negocio musical tiene que ver también con que la atención (ese recurso escaso en este mundo de sobreabundancia de estímulos) se ha dispersado. Y se ha dispersado de muchas maneras: porque ya no se escucha o lee sólo a cuatro autores y porque ya no se trata sólo de escuchar o leer, sino de tocar y escribir. No sé si está en contacto con muchos chavales, pero creo que a una gran parte si les cortasen la conexión se preocuparían mucho más por no poder quedar hablar con sus amigos por el Messenger o por no poder colgar sus fotos —creadas por ellos— en el fotolog.
Y ahí creo que está el quiz de la cuestión: la aparición de muchos más creadores, competidores de los creadores tradicionales. Pero de eso hablaba un poco antes Lapido:
Yo hacía referencia a que Internet no era la panacea para sacar del anonimato a miles de bandas de rock que hay por ahí tocando. Decía que colgar una canción en Internet no implica automáticamente el éxito ni el reconocimiento masivo; que, salvo contadas excepciones ¡como la de El Koala!, la gente pincharía esa canción si había una gran campaña de publicidad detrás, si habían visto el videoclip en la tele o si la habían escuchado con anterioridad en los 40 Principales. A eso me refería, a que en la red está todo lo que se hace en el mundo y para que un disco sobresalga hace falta una fuerte campaña promocional al estilo clásico.
No, la red no convierte en estrellas a cualquiera que cuelgue sus canciones. Pero para la gran mayoría, aumenta su audiencia, no sólo la potencial sino la real.
Claro, que me dieron hostias por todos lados. Los panegiristas del “libre intercambio cultural” son muy capaces a la hora de manejar el insulto anónimo y cuando alguien no piensa como ellos saltan a la yugular.
Es verdad que muchos recurren a eso. Es una lástima. Pero no son todos y las ideas son buenas no en función de quién las defienda, sino de su propio peso.
Por supuesto que pienso que Internet es beneficioso, pero no es la solución a todos los problemas, no es una varita mágica con la que nos vamos a librar del mal gusto. De hecho, la mayoría de las cosas que más difusión tienen en la Red son de un mal gusto acojonante. Como en el resto de los medios.
La red no va a acabar con el mal gusto, pero no parece que el gusto sea mejor con campañas en medios tradicionales. Desde mi punto de vista, la mayoría de las cosas que tenían difusión antes de Internet también eran de un «mal gusto acojonante». No me voy a remitir a Operación Triunfo: el otro día citaba a C.C. Catch y podría poner cientos de ejemplos de la era pre-Internet: El Koala o el Chiqui-Chiqui tuvieron dignos antecesores en Los Inhumanos, No me pises que llevo chanclas o La Trinca (estos últimos a mí me encantaban... cuando no había cumplido los diez años). Canciones basadas en la parodia van a existir siempre.
Y si alguien argumenta que Internet es la panacea de algo, que lea un ensayo tradicional de la informática: no hay balas de plata. Para nada. Creerlo es, desde mi punto de vista, un signo de inmadurez. Que abunda por todos lados, pero tampoco es hora de que los rockeros se pongan a exigir madurez a su público...
Aunque lo que más difusión tiene en la red tenga muy mal gusto, también es cierto que a veces alcanzan gran difusión propuestas que a lo mejor no hubiesen llegado por otros medios. Para mí de los más grandes descubrimientos de los últimos años han sido Fionn Regan, que descubrí gracias a una versión de Luisao, o Kevin Johansen, que descubrí gracias a Burdon. Y creo que artistas como Quique González le deben mucho a la red, aunque sólo sea porque a muchos nos permitió mantener la llama encendida cuando era difícil conocer en persona a alguien que supiese quién era.
Desde mi punto de vista, hay un problema con las premisas de Lapido: parece que es necesario que «un disco sobresalga». Yo creo que muchos discos antes sobresalían artificialmente, con independencia de su calidad, por decisión de una industria musical a la que le convenía. Ese tipo de industria no puede ser como antes porque sus clientes han cambiado. Y lo siento por el que quiera trabajar en la antigua industria: por desgracia no podemos trabajar todos de lo que nos dé la gana.
Lo peor de todo es que quedamos como los malos de la película. Y encima tienen la osadía de decirnos lo que tenemos que hacer. Quieren que nos dejemos esponsorizar, que incluyamos publicidad en los discos y no sé que aberraciones más. Es como tocar por las propinas o pasar la gorra. Yo, cada vez que entro en mi MySpace y veo que hay publicidad del Chiqui-Chiqui me dan ganas de vomitar. Pues eso es justamente lo que los panegiristas de P2P quieren que sea la solución. Vale, que haya intercambio libre, pero que haya una compensación, ¿es mucho pedir? Parece que sí.
No lo sé. Lo que sí sé es que parece absurdo que por grabar CDs, que ya nunca utilizo para música, tenga que pagar a un compositor. Ahora mismo llevo un par de horas aquí conectado sin bajarme nada, ¿debería estar pagando canon?
Yo quiero que la gente que es buena haciendo canciones viva de hacer canciones. Y creo que lo seguirán pudiendo hacer. Será más difícil hacerse multimillonario, pero no estoy tan seguro de que vaya a ser más difícil sobrevivir. Hay que tener en cuenta que las nuevas tecnologías, aparte de permitir «compartir» mucho más fácilmente, también han abaratado increíblemente los medios de producción. Por otra parte, uno de los cambios del público es que ya no requiere un sonido tan trabajado como antes. Y la necesidad de nuevas canciones no disminuye. Quizás sí que disminuya la capacidad de la música como forma de identificación juvenil. Por ejemplo, los videojuegos son un serio competidor para la música. Pero eso no es culpa de la piratería. Son los tiempos y, como decía el otro, «your old road is rapidly agin, so get out of the road if you can't lend your hand».
Tal vez era cierto: no estaba «preparado para todo lo que vendrá después».
Etiquetas: «Piratería», 091, C.C. Catch, El Koala, José Ignacio Lapido, La Trinca, Los Inhumanos, Luisao, No me pises que llevo chanclas, Wilco
Por Guillermo Hoardings | Enlace permanente
12:14 a. m.