Entresemana: Un disco a destiempo
~ domingo, julio 08, 2007 ~
Hoy es 8 de julio, domingo, verano. Y me he tenido que poner un jersey para no tener frío en casa. Me escriben sobre los días lluviosos del norte y, para fregar los restos de la fiesta que ayer hicimos en mi casa porque no pudimos hacerla al aire libre por culpa de las nubes, escojo un disco que describe perfectamente estos días: «Entresemana» de Le Mans.
Hace mucho que tenía pensado dedicarle un escrito. Es uno de esos discos que están aparte de todo, que se encuentran entre mis clásicos favoritos sin que me gusten cosas relacionadas. Le Mans son un grupo de San Sebastián y están encuadrados dentro del «Sonido Donosti», donde están los más conocidos La Buena Vida, que me gustaron durante dos meses, más o menos: un amigo me trajo su primer disco de Madrid (aquí no se podía conseguir, estamos hablando de principios de los años 90 del siglo pasado, nadie sabía que existían los móviles ni Internet) pero las dos canciones que me gustaban estaban en el segundo. Años después los vi en directo y me siguieron pareciendo lo que me parecen ahora: malos, sin chicha ni limoná. Lo siento, no me gusta la música cantada por una mala voz, aunque la vistan de arreglos de cuerda como en «Soidemersol», disco que tuvo como mayor virtud que me sirvió para echarme una buena siesta.
Pero la voz de Le Mans tampoco es buena, los músicos tampoco son virtuosos y las letras tienen una línea similar a la de La Buena Vida. Por eso, tal vez, tampoco me gusta el siguiente disco que sacaron, «Saudade», a pesar de ese título que, como sabréis los 8 habituales, es una palabra que me gusta mucho. Sólo puedo explicar por qué me gusta tanto «Entresemana» de una forma: es mágico.
Sin embargo, nada más lejos de los reinos de fantasía a los que se suele asociar la magia: el disco es la mejor descripción que me he encontrado nunca de lo que es la vida normal de una pareja de jóvenes burgueses en una ciudad del norte de España, como San Sebastián, como Gijón. Por ejemplo, «A la hora del café»:
Salir de casa
pensando en comprar
cosas que faltan
y algo de desayunar.
Me pongo la bufanda
y empiezo a pasear,
saludo a los amigos:
tengo tiempo para perder.
Voy caminando
a la hora del café.
Piso despacio:
es fácil resbalar.
La calle está mojada
en las tiendas ahora hay luz.
Me gusta este paseo,
voy mirando qué voy a comprar.
Es muy posible
que encuentre algo más:
una tortuga,
un cuaderno, un aerosol.
La calle está mojada
en las tiendas ahora hay luz.
Me gusta este paseo...
No sé si sólo leyéndolo, sin escuchar la interpretación, se puede sentir, como yo siento, el recuerdo exacto de las calles mojadas en una ciudad donde llueve muy a menudo. Y eso que la interpretación, ya digo, no es virtuosa: una batería mínima, una guitarra que recorre armonías algo jazzies pero con unos arpegios mecánicos, una voz definitivamente fea... pero que hipnotiza.
También se puede sentir el verano y los extraños surferos de estas latitudes:
Recorrer la ciudad
y después bordear la playa.
Peru va
siempre atrás
agarrándose fuerte a
mi espalda.
Bajaré
hasta el mar
para ver cómo
nada Peru.
Está bien
pasear y hablar.
Descansar
bajo el sol,
él me hace
reír con ganas.
Intentar
olvidar
ver su tabla entre
la olas.
Conducir
y volver
por la noche
de vuelta a casa.
Ojalá
él me quiera ver.
Como se puede apreciar, no tratan grandes temas. No utilizan palabras rimbombantes, no hay rimas sorprendentes ni juegos de palabras ingeniosos, no hay grandes dramas ni grandes pasiones: hay lo que hay, la vida real. Hacer lírica del todos-los-días —es más, exactamente de los días entresemana en los que para muchos no se vive, se trabaja— no es algo novedoso, pero es muy fácil que sea tan intrascendente como son la mayor parte de nuestros días. Y, sin embargo, yo, un plasta siempre preocupado por chorradas supuestamente trascendentales, creo que tienen peso, entidad. Porque en contra de los místicos que creen que sólo cuentan los instantes de iluminación y los temerarios que creen estar vivos sólo cuando están llenos de adrenalina, creo en el valor épico de una vida de pequeño burgués.
Pero mejor me dejo de teorizar absurdamente. Lo que quiero decir es que me parece maravillosa una canción que sólo cuenta que alguien tiene que estudiar:
Tengo que estudiar,
no hay tiempo que perder,
tantas cosas sin hacer.
Quiero aprobar
mi examen de francés.
Sólo un día más
y ya no pensaré.
Siento haber estado así.
Me intentó besar
y no le respondí,
de la compra me olvidé.
Platos sin fregar,
la ropa sin tender...
Espero de verdad,
que sepa comprender:
sólo queda un día más.
Mañana hacia las diez
lo malo se acabó,
todo volverá a estar bien.
Una de mis canciones de amor favoritas de todos los tiempos es «Mejor dormir»:
Todavía
en la cama.
Él se pone a hacer café.
La mañana
dura poco,
pronto es hora de comer.
Se despierta,
va descalza al comedor,
él la abraza,
un abrazo de esos que
le hacen reír.
No apetece cocinar,
mejor dormir.
Por la tarde
el momento
de ponerse a trabajar.
Planeando
viajes nuevos,
conduciendo entre los dos.
Se despierta,
va descalza al comedor,
él la abraza,
un abrazo de esos que
le hacen reír.
No apetece cocinar,
mejor dormir.
Ahora que lo pienso, hasta el «Vidas paralelas» de Marienbad no había encontrado una descripción tan buena de ese tipo de amor.
Muchas veces me acuerdo de una canción y me identifico totalmente con su título, aunque esté en femenino: «Perezosa y tonta»:
No es desilusión
ni siquiera es
malestar,
algo que no sé describir.
Hace tiempo que
nadie me viene a visitar.
Triste y sola estoy.
No es buena señal
que haya hierba en
mi jardín:
hace tiempo no estaba así.
Y no entiendo que
no haya parado de crecer
porque aquí estoy yo
y voy al revés.
Puede suceder
que alguien quiera estar
junto a mí,
algo que no sé si creer.
Me imagino que
soy como la ballena azul,
que triste y sola está.
En este disco no está la canción del verano de este año ni de ninguno. Pero ha sido ahora cuando me han asaltado las ganas de hablar de él. Disculpen el destiempo y sigan disfrutando del sol aquellos sobre los que brille.
Etiquetas: Épica de la pequeñaburguesía, Ilegales, Le Mans, Mis grupos
Por Guillermo Hoardings | Enlace permanente
6:46 p. m.