Si, como indican las leyes de la física, el destino inevitable del universo es el desorden, el destino del hombre es combatirlo. Cada uno hacemos lo que podemos, y hay algunos que logran maravillas que desafían todas las leyes. Antonio Vega era uno de esos, un hombre sensible e inteligente. Algún día desaparecerán también los rastros de sus canciones, pero eso será cuando nosotros ya no estemos aquí. Yo, de momento, voy a escuchar una vez más esa gran batalla ganada a la entropía que es
No me iré mañana y volveré a disfrutar de una de las frases que más me han iluminado:
Como los ríos prometí
el nunca retroceder,
pero ellos caen, se dejan ir,
yo, mi peso he de vencer.
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