Escritos sobre música


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La entrada 150

~ miércoles, febrero 18, 2009 ~

Ayer fue mi primer Chaouen. En El Patio de la Favorita, el mismo sitio donde tomamos el vermut (yo un mosto, claro) casi todos los domingos, escuchando música muy buena en el sofá del fondo, dándole de comer al niño de una y media a dos, con poca gente.

Ayer era otra cosa. Había 150 entradas puestas a la venta para Carlos Chaouen y yo tenía la número 150. Aunque el concierto estaba anunciado a las 9, llegamos cerca de las diez, unos minutos antes que el propio Chaouen. Se subió solo al escenario donde nos suele deleitar el DJ de los domingos. Empezó con una guitarra acústica, una Alhambra. Enlazó tres canciones con arpegios en sol demasiado parecidas para mi gusto, la primera creo que "Amor vertical".

150 personas parecían demasiadas para el Patio, pero no: se estaba razonablemente bien. Eso sí, un concierto de estas características es para ver sentado. Ese lujo no pudimos disfrutarlo, y la espalda, cargados con chaquetas que sobraban en el calor de la noche dentro del local, lo sufrió.

Me gustó más cuando pasó a la guitarra española. El primer gran momento de la noche, puede que incluso el mejor para mí, fue "Vente". La presentó como una canción triste, de dos yonkis que se aman y acaban muriendo. Es probablemente su composición que más me gusta, sobre todo por la armonía, que no sé que tiene pero emociona, y me impresionó en su traslación a la guitarra: parecía muy difícil pasar esos acordes de piano a las seis cuerdas, pero Chaouen lo conseguía.

Y es que Chaouen es un gran guitarrista, y un gran cantante. La voz sonaba clara, inteligible, lo que es fundamental en un concierto de este tipo, y muy bien templada. Varias veces se disculpó, no sé de qué: decía que hacía tiempo que no daba conciertos de este tipo, él solo, que era mejor con banda "de rock'n'roll". Yo no la eché en falta. Creo que la desnudez le sienta muy bien a Chaouen (vamos, a sus canciones...) y, de hecho, sus discos me parecen sobreproducidos: le sobran reverbs, chorus, solos, percusiones... Como decía Saint-Exupery, la perfección se logra cuando no hay nada más que quitar, no cuando no hay nada más que añadir.

Es posible que esas capas de instrumentos no sean más que disfraces, un intento de dar variedad a las canciones para ocultar que son muy similares por debajo. Yo creo que es así, que el estilo de Chaouen es algo limitado, pero eso es básicamente el estilo: reincidir en los vicios que nos hacen únicos. En fin, no me voy a meter otra vez a disquisiciones sobre el valor de la originalidad en el arte...

Que recuerde ahora, sonaron "Carita de pena", "Amapola", "Flor de Bulevard", "Semilla en la tierra", "Zapatos viejos" (de mis favoritas) y, al final, tras mucho pedirlo el público, "Me he pintado".

Sobre el respetable, decir que no tenía un estilo definido que yo fuera capaz de discernir. Chaouen se quejó en varias ocasiones del barullo. No era exagerado, pero es que un concierto de este tipo exige el silencio total. Me sorprendía ver a una chica haciendo alardes como cantar y mantener una conversación a la vez, algo así:


He tratado de ser justo, con quien me tiende miradas
pues sí, va el tío y me dice...
he invertido en la balanza del desprecio y del dolor,
que va a ir al partido...
han puesto precio a los enigmas, que te cuento tras las barras para defender el sol,
y eso que había quedado conmigo...


Y yo que creía que cantar y tocar la guitarra era difícil...

El humo o el sueño —hay días más largos todavía— hacían a última hora que se me cerrasen los ojos. A pesar de todo, fue un lujo poder disfrutar de Chaouen en este formato. La parte final fue la mejor. Él estaba más animado y nos contó una historia de un taxista de Jerez en Barcelona. Paró para ir al servicio, hizo "Semilla en la tierra", utilizó un poco el Boos Loop Station (sin tanto acierto como Drexler o KT Tunstall) y cuando volvió a intentar parar, el público le pidió más. Sobre las doce y media el concierto acabó definitivamente, o eso creo: muchos nos fuimos, pero no puedo asegurar que saliese a hacer más.

Afuera el frío de febrero cortaba, pero Gijón seguía ese sitio donde puedes disfrutar del lujo de ver a un gran artista en un café pequeño con vistas al mar.

Actualización: Por aquí han colgado varios vídeos:

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Por Guillermo Hoardings | Enlace permanente
10:58 p. m.

Comentarios (1)

Blogger Marlon ~ 11:29 p. m. #

Un gusto de crónica. Como siempre. Me encantan esos detalles. Se aprende mucho con usted, Sr. Hoardings.

 

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