Quique González en la Riviera
~ lunes, mayo 13, 2013 ~
Quique González está de
gira con una banda sin bautizar. Recapitulemos: estuvieron los Conserjes de
Noche, la Ray Band, los Taxidrivers, la Aristocracia del Barrio (que llegaron a
aparecer en la portada de un disco) y, en Desbandados,
Quique González y Jacob Regullón. Pero ya la banda que le acompañó en la
presentación de Daiquiri Blues no tuvo nombre, y tuvo hasta
cambio de guitarrista principal a la mitad.
Los músicos, además del
nuevo disco, son la mayor novedad en los conciertos de este año. Desde los
tiempos de la gira de Pelando a la Contra —la gira que creó el mito, cuando
metió sus guitarras y su primer piano en un coche y, acompañado sólo por Rebeca
Jiménez, se lanzó a recorrer España—nunca ha salido sin piano. Los que tuvimos
a las guitarras de Carlos Raya en Personal como uno de los
puntos de enganche a la música de Quique llevábamos años esperando algo así:
conciertos dominados por las seis cuerdas.
Y esto es lo que ofrece
Quique ahora: un desfile de guitarras por el escenario. El propio Quique tocó
una Telecaster, una SG y hasta tres acústicas distintas: la Martin (creo) y la Gibson
que lleva desde hace tiempo y una nueva Gibson. Por su parte, Eduardo Ortega y
Pepo López les dieron buen uso a sendas Telecaster, una Gretsch, acústicas Gibson
y mandolinas, además del violín que los viejos fans asociamos siempre al Edu de
la época kamikaze.
Esta decisión de girar
sin piano no está motivada por un deseo de simplificar: los cambios de
configuración de guitarras eran constantes y estaba todo muy medido encima del
escenario. Está claro que viene de antes de la gira: Delantera
Mítica ya prescinde conscientemente de los teclados. Y este nuevo disco
está muy presente en el repertorio actual: varias canciones suenan sin insertos
de temas viejos al principio del concierto y llegan a tocar todo el disco
excepto No hagas planes y la canción que se debería haber
titulado Cuando te vuelva el corazón a su sitio y se titula
Me lo agradecerás.
Canciones que en disco no
me dicen mucho se disfrutan más en directo, a todo volumen y con un público que,
sorprendentemente, las corea de principio a fin. ¿Por qué sorprendentemente? Yo
no me esperaba que la gente supiese toda la letra de canciones tan recientes.
Estas cosas son difíciles de medir objetivamente, pero me dio la sensación de
que cuando Quique recuperó una canción relativamente oscura de su repertorio,
Torres de Manhattan, muchas menos gargantas la cantaron. Por
supuesto, para los que conocíamos a Quique en la época de Pájaros
mojados la canción no es nada oscura, pero parece que la gente que se
ha incorporado recientemente la tiene menos escuchada que el nuevo disco.
La banda lleva una decena
de conciertos pero ya está totalmente engrasada. Me gustaron mucho los solos de
Pepo, que toca la guitarra con la naturalidad con la que anda y se nota que
está acostumbrado a los conciertos para multitudes. También disfruté mucho
algunos momentos con el violín y la mandolina de Edu. Sobre el bajo de
Alejandro Climent ("Boli"), por desgracia, no puedo decir nada: no
era capaz de distinguirlo. Ese fallo del sonido (al que hay que añadir las
dificultades en apreciar las guitarras rítmicas) no puede ser achacado al
técnico, ya que sigue siendo Ángel Medina, que ya lleva varias giras en las que
ha logrado un sonido excelente. Esperemos que sea cosa de la sala.
La batería de Edu Olmedo
(que, desde lejos por lo menos, se parece mucho a José Luis Cienfuegos, antiguo
director del Festival de Cine de Gijón) funcionó como la locomotora que toda
batería debe ser, aunque también con las escobillas se perdieron muchos matices
por culpa del sonido.
Pero a pesar de la
solvente banda, para mí el mejor momento de la noche fue la interpretación de
Quique en solitario de Aunque tú no lo sepas: hacía años que
no escuchaba una versión tan emocionante, como en los tiempos de la gira de
Peleando a la contra.
En el repertorio hubo
sitio para tres canciones de Daiquiri blues: Su día
libre, Hasta que todo encaje y Restos de
stock, canción que por su carácter rockero encajaba en el concepto de
la noche, pero que yo tardé en identificar: hasta que llegó el Ya
sabes que es uno de mis pet peeves no la
identifiqué. De Avería y Redención #7 no sonó ninguna (¿un
signo?). De las nuevas incluidas en Ajuste de cuentas
recuperó Caminando en círculos: curioso cómo un “Uoh, oh, oh”
puede resultar tan pegadizo. De La noche americana cayeron
Hotel Los Ángeles (perfecta para este formato) y
Vidas cruzadas como fin del segundo bis, antes de que Quique
preguntase “¿Queréis otra?” y, tras el previsible y rotundo “Sí” del público,
interpretasen Y los conserjes de noche, la única que sonó de
Personal.
De Kamikazes enamorados sonó la canción que le da título al disco, siguiendo la versión cañera que hicieron en Ajuste de cuentas, que sufrió los mencionados problemas de sonido de batería y bajo, un Palomas en la Quinta que sonó muy bien con el violín de Edu y un Suave es la noche que estuvo muy cómoda con el traje de electricidad que pedía a gritos en el disco. De Pájaros mojados hicieron la canción que da título al disco, con el violín supliendo a los metales, Miss Camiseta Mojada (es la primera vez que la veo tocar desde que intenté grabarla calcándola y fue interesante ver el doblaje de guitarras entre Edu y Pepo), Pequeño rock'n'roll (la otra que hizo Quique solo) y las Torres de Manhattan ya mencionadas. De Salitre 48, además de la propia Salitre (dedicada a los que veníamos de fuera de Madrid), hicieron La ciudad del viento y, sobre todo, un 39 grados que fue de mis momentos preferidos de la noche: el recitado del poema de Bukowski fue apoteósico.
De Kamikazes enamorados sonó la canción que le da título al disco, siguiendo la versión cañera que hicieron en Ajuste de cuentas, que sufrió los mencionados problemas de sonido de batería y bajo, un Palomas en la Quinta que sonó muy bien con el violín de Edu y un Suave es la noche que estuvo muy cómoda con el traje de electricidad que pedía a gritos en el disco. De Pájaros mojados hicieron la canción que da título al disco, con el violín supliendo a los metales, Miss Camiseta Mojada (es la primera vez que la veo tocar desde que intenté grabarla calcándola y fue interesante ver el doblaje de guitarras entre Edu y Pepo), Pequeño rock'n'roll (la otra que hizo Quique solo) y las Torres de Manhattan ya mencionadas. De Salitre 48, además de la propia Salitre (dedicada a los que veníamos de fuera de Madrid), hicieron La ciudad del viento y, sobre todo, un 39 grados que fue de mis momentos preferidos de la noche: el recitado del poema de Bukowski fue apoteósico.
Faltó Zahara, que había
cantado el día anterior, pero que, según explicó Quique, tenía compromisos en
su carrera de actriz y no podía estar allí. Pero no faltó César Pop, que
acompañó con su acordeón mi canción favorita del nuevo disco, Dallas-Memphis.
Tampoco faltó Catrina, la pantera negra encerrada en una jaula colgante que
dominaba una puesta en escena sencilla que sólo tenía además un tocadiscos
portátil sobre unas cajas de fruta marcadas con el título del disco nuevo.
En resumen, un concierto
para disfrutar bailando. En Gijón imagino que, gracias a la excelente acústica
del Teatro de la Laboral, sonará mejor. Una pena que no se pueda tener todo:
los teatros no se hicieron para el rock.
Y tampoco mis casi 40
años. Yo acabé la noche con las piernas destrozadas después de cuatro horas de
pie: estábamos esperando desde antes de que abriesen las puertas las 7,
empezaron con un cuarto de hora de retraso sobre las 8:30 previstas para el
comienzo, hicieron la primera parada a las 10:15 y se fueron definitivamente
sobre las 11 menos cuarto. Hizo más liviana la espera compartirla con
quiquifrikis de toda la vida. Quique tiene mucha suerte con el público que
tiene.
Algunas fotos a modo de testimonio (pulsando se ven más grandes):
Quique con la SG, mientras que Edu y Pepo optan por Telecaster
Quique con la Telecaster, Edu con mandolina y Pepo con Telecaster
Quique con acústica Gibson, Edu con otra Gibson y Pepo con la Gretsch
Quique con la acústica que creo que es una Martin, Edu con Gibson y Pepo con Gretsch
Quique con otra Gibson acústica, Edu con violín y Pepo con mandolina. Boli utiliiza un extraño contrabajo
Un momento de juego entre los tres. Hubo varios
Quique solo, con armónica
Quique micrófono en mano en Suave es la noche después de que se le rompiese una cuerda
César Pop con acordeón en Dallas-Memphis
Etiquetas: Crónicas conciertos, Quique González
Por Guillermo Hoardings | Enlace permanente
12:08 a. m.