Escritos sobre música


Powered by Blogger

Licencia de Creative Commons
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Cuando me vuelva el corazón a su sitio

~ miércoles, mayo 01, 2013 ~

Escucho el último disco de Quique, Delantera Mítica, casi por obligación: hasta que alguien me preguntó por él, me había olvidado de que «tenía» que escucharlo; y al escucharlo pienso en por qué no me engancha.

Ahí está la frase clásica para dejar a alguien: «No eres tú, soy yo». ¿Será eso? ¿Seré yo? Es posible. La música ya no es lo que era. Estos mismos escritos lo demuestran: ya casi no escribo. Tengo sensación de «Cambalache»: todo confundido en la vidriera, los vídeos de YouTube con las listas abrumadoras de Spotify, tantas palabras unidas en versos y estribillos, tantos acordes para completar otra vuelta de otra canción más, tantos locos queriendo que otros escuchen su música...

Ya no paso horas escuchando música, igual que ya no paso horas leyendo. Me disperso, no sé muy bien cómo. Pero, de hecho, no es que haya abandonado la música: sigo intentando hacer canciones, toco con cuatro grupos y, aún así, a veces me obsesiono con hacer canciones propias, en grabar yo solo aquí en casa... para acabar decepcionado por el resultado. Otra vez.

Me falla la suspensión de la incredulidad. Me falla la inocencia. Escucho una canción para diseccionarla: ¿por qué esa rima?, ¿qué efectos lleva la guitarra?, ¿cómo está de comprimida?, ¿por qué no tiene un puente?... Así no hay quien disfrute con nada. Así no hay forma de que llegue la emoción. Y a pesar de mi estado Jack el Destripador, sigo anhelando en mi corazón música que me emocione, que me parta los huesos como el rayo de Cortázar.

Pero, volviendo al disco de Quique, tal vez sea él: tengo la sensación de que lo que me impide emocionarme es que él ha cambiado. Empecé a escribir esto escuchando «Me lo agradecerás», canción que debería titularse «Cuando te vuelva el corazón a su sitio» porque es un título que dice algo único y no otra frase vacía como «Tenía que decírtelo» o «Parece mentira». Pero hoy no quiero hablar de algo que me viene molestando desde hace tiempo en los discos de Quique: frases vacías en los momentos cumbres del estribillo; en lo que estaba pensando al escuchar «Me lo agradecerás» es que el autor de ese texto es una persona muy distinta del que escribió «Cuando éramos reyes» o «Los conserjes de noche»: ya no es un joven que proyecta una mirada mitificadora sobre su pasado y, sobre todo, no es un hombre que crea en el amor. Cuando en «Se nos iba la vida» cantaba de aquella mujer perdida, había auténtica emoción ante lo profundo de un encuentro con otra persona. Ahora, «las chicas son magníficas» y si falla una, ya vendrá otra, otra más... Tampoco hay ya héroes: los «Viejos capos» no eran más que farsantes, todo no es más que un juego, nada importa demasiado...

Probablemente estoy proyectando lo que yo pienso en esta colección de canciones: otra vez, «no eres tú, soy yo». Sin embargo, no es exactamente lo que yo pienso. Yo creo que no somos nada importante, sólo una efímera asociación de moléculas guiada por unos genes egoístas que inventan sentido donde no lo hay. Pero precisamente porque eso es lo que somos, no tiene sentido no buscar sentido.

No me entiendo. No sé de lo que estoy hablando. Busco la verdad, pero me pierdo...

Voy a acabar. Sólo quiero decir que no quiero juzgar el disco, si es bueno o es malo: el trabajo de juez me parece de los más penosos. Hablo sólo desde la subjetividad, de lo único que puedo hablar: de lo que siento y creo. Y no olvido que detrás de esas canciones hay mucho esfuerzo y que es totalmente injusto que yo, que no soy capaz de hacer algo mejor o que le diga algo a la diezmilésima parte de la gente que sigue a Quique, las critique.

Etiquetas:

Por Guillermo Hoardings | Enlace permanente
11:29 p. m.

Comentarios (0)

<< Home