Como unos fragmentos de versos de Safo
~ sábado, marzo 14, 2009 ~
Escucho Dos ladridos y Groupies eléctricas y me parece que son lo mejor del disco en el que no están: Avería y redención #7. Sólo aparecen en el DVD que lo acompaña, grabadas en directo, sin principio y final, con fallos en la letra por el medio y frases ininteligibles, como palabras borradas en un manuscrito antiguo, pero tan llenas de belleza, tan desbordantes de sentimiento, que es imposible imaginar una grabación mejor.
Escucho las canciones y tengo esa misma sensación que debió de invadir a los que descubrieron en unas tablillas unos fragmentos de unos versos de Safo, o a Yorgos Kentrotas, el campesino que desenterró la Venus de Milo: una epifanía, un sobrecogimiento, porque son obras que tienen más belleza de la que tienen, porque también poseen la que nos nace en la imaginación, porque crean ese hueco que nuestro cerebro rellena con algo mejor de lo que puede existir, un refugio donde el placer no es finito y no va acompañado del miedo.
El arte es también una droga alucinógena.
Escucho las canciones y tengo esa misma sensación que debió de invadir a los que descubrieron en unas tablillas unos fragmentos de unos versos de Safo, o a Yorgos Kentrotas, el campesino que desenterró la Venus de Milo: una epifanía, un sobrecogimiento, porque son obras que tienen más belleza de la que tienen, porque también poseen la que nos nace en la imaginación, porque crean ese hueco que nuestro cerebro rellena con algo mejor de lo que puede existir, un refugio donde el placer no es finito y no va acompañado del miedo.
El arte es también una droga alucinógena.
Etiquetas: Quique González
Por Guillermo Hoardings | Enlace permanente
1:32 p. m.