Loli Molina en el Intruso
~ domingo, septiembre 18, 2022 ~
Era mi primera vez en El Intruso: un bar que tiene la
entrada dentro del portal de una casa. Y era mi primera vez viendo a Loli
Molina, aunque hace años tenía entrada para verla pero no pude ir porque me
puse malo.
Ya en la espera sonaba una música instrumental que creaba un
ambiente etéreo. En el escenario, una silla y muchos pedales y velas.
Loli empezó con una versión de un autor que desconozco,
basada en el Martín Fierro. Tocaba una Fender Stratocaster con un sonido limpio
con mucha reverb. Creo que no llevaba amplificador. La tónica del concierto
fueron los arpegios hipnotizantes hechos con posturas raras: Loli tiene unas
falanges muy largas y perfectamente independientes: llega a tocar la sexta
cuerda con el dedo meñique. Sobre los arpegios, su voz cantando sílabas largas.
Antes del concierto estuvimos cenando algo rápido en un
local que vende porciones de pizza. La música que sonaba era comercial, de esa
que llaman “urbana”, y me fijé en que todas las canciones hablaban de amor,
como si no hubiera otro tema. Las canciones de Loli, sin embargo, hablan de
otras cosas; tienen algo introspectivo, un punto místico. Y el concierto tuvo
algo de misa: el silencio del público mientras interpretaba era total y a veces
había silencio total cuando acaba una canción y parecía que nadie se atrevía a
romperlo, hasta que alguien lo hacía y entonces llegaba un estruendo de
aplausos y gritos.
Ella estuvo habladora entre canciones, contando historias de
dónde habían salido. Hizo más versiones aparte de la inicial. El único autor
que reconocí fue el del bis: Atahulpa Yupanqui y su mujer, que firmaba con
pseudónimo de hombre, según nos explicó Loli.
A veces utilizaba un pedal de loops, algo que a mí me da
miedo porque tiende a convertirse en una exhibición aburrida mientras el
intérprete va grabando las distintas capas. Pero ella lo hacía de una manera
muy natural, iba haciendo que la canción creciese y cuando parecía que no podía
hacerlo más, todavía la llevaba más arriba.
Es un placer encontrarse con música distinta, con personas
que la viven de una manera profunda y la intentan compartir.
Etiquetas: Crónicas conciertos, Loli Molina
Por Guillermo Hoardings | Enlace permanente
12:32 p. m.