Escritos sobre música


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Los ocho de la Laboral

~ sábado, junio 18, 2016 ~


Crónica del concierto de Quique González y los Detectives en la Laboral de Gijón el 4 de junio de 2016

Ver a un artista varias veces en poco tiempo lleva en ocasiones al aburrimiento, en especial cuando es un grupo que lleva una gira organizada con un repertorio casi totalmente cerrado: si es una persona sola lo tiene más fácil para hacer cosas distintas en cada concierto.

Yo, con gran dolor de mi corazón, me perdí la gira de Carta Blanca que hizo en solitario Quique González el año pasado (tuve concierto con Kozmics el mismo día que él tocaba en Asturias y no se me arregló otra fecha), así que me perdí la oportunidad de verle como más me gusta: él solo con una guitarra y haciendo un repertorio variado. En esta gira con los Detectives he tenido la oportunidad de verle dos veces: en Leganés (crónica), cuando era el segundo concierto de la gira, y luego en Gijón. A pesar de tener mucho en común, por lo explicado  al principio, hubo un cambio muy significativo: en Leganés eran 7, pero  en Gijón, con la incorporación de la detective Nina (también con chaleco, cómo no), pasaron a ser 8.

No es una cuestión meramente numérica: la prodigiosa y personal voz de Nina (Carolina de Juan) dio vida nueva a algunas canciones. Se notaba en los coros, pero, sobre todo, cuando adelantaba su micrófono al frente del escenario y compartía con Quique el protagonismo en la voz. Por supuesto, eso pasó en Charo, la canción que canta en el disco, pero alcanzó la cumbre cuando su voz protagonizó en solitario De haberlo sabido: la versión más hermosa que nunca he escuchado de esa canción, esa voz que rasga las entretelas del corazón, acompañada de la acústica de Quique y el violín de Edu.

Esa fue otra diferencia entre este concierto y el de Leganés: en general, desde donde yo estaba (tercera fila a la izquierda, aunque estaba numerada como fila 1 porque luego estaban por delante las filas del foso), se escucharon mucho mejor las mandolinas y violines de Edu Ortega.

El sonido fue en general mejor que en el auditorio de Leganés. El teatro de la Laboral tiene muy buena acústica; pero no deja de ser un teatro y, durante los primeros compases, cuando la banda subía de intensidad (por ejemplo, en Sangre en el marcador), me surgía una sensación de alienación: aquello era rock y yo estaba sentado en una butaca, como si fuera un burgués del siglo XIX viendo una zarzuela o El sí de las niñas. La sensación se mitigó parcialmente más tarde porque en varias canciones el público, que casi llenaba el aforo y claramente estaba disfrutando el concierto, se levantó para bailar en el constreñido espacio del patio de butacas.

Otra de las canciones donde Nina marcó la diferencia fue en No es lo que habíamos hablado: Quique cantó la primera parte y cuando ella entró en la segunda fue como si cambiasen de canción, aportando un matiz de blues, de soul, negro, que viene de serie en su voz.

He escuchado poco a su grupo, Morgan, porque cantan en inglés y tengo un prejuicio contra los españoles que cantan en la lengua de Dylan; sé también que hay un peligro para voces que logran tan bien ese sonido de tradición negra norteamericana al pasarse a la lengua de Camarón, un peligro que consiste en que se pierden algunos giros que la melismas en inglés permiten y en que hay que conseguir que suenen naturales ciertos fraseos al mismo tiempo que las letras aporten algo, pero creo que ahí está el mérito y lo que puede hacer que un artista tenga calado: que arriesgue y que, al menos, intente llegar a un lugar aún no transitado, para compartirlo con el resto de nosotros, los mortales que no poseemos ese don y que nunca podremos llegar ahí solos ni acompañados por alguien de Alabama, porque su lengua es otra.

Volviendo al concierto, el repertorio fue muy similar al de Leganés, con las mismas partes (cara A de Me mata si me necesitas, canciones de detectives, homenaje a Salitre 48, cara B de Me mata si me necesitas, canciones variadas para rematar con Su día libre). Entre los cambios, no sonó Crece la hierba y sí Conserjes de noche.

También hubo otra colaboración que no estaba en Leganés: en dos canciones a mitad del concierto y en la última, se subió Alex “Nashville”, con pinta de haber salido de un western. Además de la guitarra eléctrica, tocó el pedal steel en una canción.

Por cierto, hablando de gente que toca con Quique, repite mucho en las entrevistas últimamente que esta es la mejor banda con la que ha tocado. No me gustan esas declaraciones: creo que es hacer de menos a gente como Jacob Regullón, Tony Jurado, Carlos Raya o David Gwynn. Como escribió el propio Quique en la mítica carta de Peleando a la contra: “la música no es una carrea de caballos”; no se trata de ganadores y de perdedores, de unos mejores que otros, sino de formas distintas de expresión que no hace falta ordenar.

En resumen, por fortuna para mí, un concierto distinto al de Leganés y, para los que no le han visto otras veces, dos horas de muy buena música.

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Por Guillermo Hoardings | Enlace permanente
2:03 p. m.

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